y... ¿dónde está mi Venezuela?



Hace un rato, preparaba el almuerzo y escuché el anuncio de Caballo Viejo en una emisora de radio; la versión original, interpretada por el icónico Simón Díaz. Mientras escuchaba la canción y comía hice un recorrido involuntario y repentino, pero a la vez intenso y profundo por la Venezuela que me vió crecer y yo vi ocultarse, de la Venezuela de llanos y esteros (no solo los de Camaguán), la de pueblos de sabana, montaña y selva, la de quesos trenzados y empanadas a orillas de la carretera, la de atardeceres con aves corocoras en la Laguna de Tacarigua, la de innumerables plazas bolívar con calzadas desgastadas por el tiempo y curtidas de historias de relatores en guayaberas, la de peñeros y redes abrazando el mar, la de trapiches y tinajeros en baldosas de terracota, la de budares y pilones, la de pomagás, ciruelas, nísperos y mangos en mayo, la de guayollitos mañaneros, la de tequeños, aliados, y catalinas, la de golfeados del junquito y fresas de la colonia, la de arpa, cuatro y maraca, la de golpes tocuyanos y tambores de San Juan, la de mandolina y bandola, la de corríos, pajarillos, quirpas y otros joropos, la de coplas y tonadas, la de arepas de maíz pilado y casabe, naiboas y cachapas con queso e´mano, la de chicha y jugos de caña, la de hallacas, bollitos, gaitas, villancicos y ensalada de gallina en diciembre, la de arte murano, magdaleno y tintorero. Aquella Venezuela con todas sus galas, sus problemas, sus bonanzas, sus crisis y sus sueños, la de la Caracas pujante, la del Humboldt, La Araña, Ciudad Universitaria, Veredas de Coche y Teresa Carreño, la del Silencio y el 23 de Enero, la Venezuela cinética de Soto y Cruz-Diez, la de Eduardo y Andrés Eloy, la de Tovar y Tovar, Michelena, Reverón y Otero, la de Villanueva, la de Garmendia y Uslar Pietri, la de Morella Muñoz y Alfredo Sadel, la de Sarabia, Sojo, Lauro y Díaz, la de Los Vasallos del Sol y el Quinteto Contrapunto, la de Un Solo Pueblo, Serenata Guayanesa y Ensamble Gurrufío. De pronto me percaté que ya había terminado Caballo Viejo y mi comida, y debía lavar los platos para seguir haciendo mis cosas. Hoy, esa pequeña parte de Venezuela, de la que fui testigo de una u otra manera ya no la veo por ningún lado, ¿se habrá escondido?, ¿o estará durmiendo en alguna parte?

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