La realidad de vivir con una mente fragmentada: mi encuentro con el TDA

 

El pasado 15 de octubre de 2023 vi, junto a un grupo de amigos un documental llamado “La sabiduría del trauma” basado en la experiencia profesional del Dr. Gabor Maté y en relación al rol del trauma en nuestras vidas y su implicancia en conductas que pueden desembocar en situaciones de estrés, adicciones, entre otras.

Particularmente me encantó la manera como este documental aborda esta problemática yendo más allá de la lamentación y la tragedia y a través de una mirada compasiva e inclusiva esta pieza logró mostrar cómo el Dr. Maté, mediante su práctica profesional y más aún su sentido humano, tendía puentes entre sus hermanos-pacientes que facilitaran el recorrido de un camino de autoexploración, autodescubrimiento y sanación. Recomiendo ampliamente verlo, en especial a los que están en el camino del desarrollo personal.

Al regresar a casa me puse a buscar más información sobre la obra del Dr. Maté y me llamó poderosamente la atención el título de uno de sus libros: “Mentes Dispersas” e inmediatamente empecé a leerlo. Normalmente me cuesta mucho “aterrizar” en el contexto narrativo e interpretativo de un texto, sin embargo al desplazar la vista a través de las lineas sentí una gran conexión con el tema y se generó en mi una sensación de “hambre” de saber más y más sobre este tema.

Volviendo un poco atrás, en 2019, cuando viví aquella revelación del narcisismo maligno de mis padres y las implicaciones en mi vida (que terminó en la carta escrita a mi madre y publiqué en este mismo blog), como parte de mi investigación llegué a la conclusión de que padecía del llamado “Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad” o TDAH o simplemente “TDA”, como prefiero llamarlo aquí. En aquel momento no le di mucha importancia; sabía que tenía TDA pero lo dejé ahí. Debido a mi ignorancia sobre el tema lo creí una condición “incómoda” o incluso una de esas etiquetas del manual de psiquiatría para darle un nombre de patología a algo más o menos común. Había leído que muchas personas, entre ellas famosas, han padecido y padecen de esta condición y eso me llevó a pensar de que no era algo tan grave.

Regresando nuevamente a la actualidad, cuando hojeé el libro del Dr. Maté me sucedió algo insólito: a medida que leía el libro sentí algo parecido a un escalofrío; sentía que casi podía adivinar las lineas siguientes sin haberlas leído aún. Mientras avanzaba en la lectura mi mente hacía “check” a casi todos los aspectos característicos de esta condición; no sólo con el testimonio personal directo del autor sino también con los de sus pacientes. Me di a la tarea de retroceder nuevamente la lectura e ir escribiendo, mientras avanzaba en la lectura, los aspectos o episodios experimentados por mi mismo en relación al relato. Era más el tiempo escribiendo que leyendo. Así pasé los días siguientes y comprendí, como pocas veces en mi vida, dónde estaba parado; o dicho de otra manera: dónde estaba metido.

Sentí de pronto que muchas cosas cobraban sentido: mi tendencia a la procrastinación excesiva, la pérdida de foco constante mientras intentaba avanzar alguna tarea, la enorme dificultad o inclusive incapacidad para asignar prioridades a las cosas pendientes, mi gran dificultad para percibir el transcurso del tiempo, mi impulsividad y tendencia a hablar demasiado, mis salidas de contexto en ciertas conversaciones, la percepción de arrogancia de parte de otras personas sobre mi y así un muy largo etcétera.

Uno de los aspectos más resaltantes y preocupantes es además mi extrema dificultad en iniciar las cosas importantes que tenía que hacer; es decir, me cuesta dar inicio, empezar a hacer las cosas que tengo que hacer y lo que suele ocurrir es que las hago cuando tengo la enorme presión del último momento, por ejemplo hacer un trámite, preparar una presentación, etc. Y así como esto también otros aspectos. Y pensé: “pero estas cosas le pasan en mayor o menor medida a mucha gente” y eso es cierto, pero no necesariamente padecen de TDA, clínicamente en el TDA confluyen muchas de estas conductas juntas y además en un grado de intensidad que causa imposibilidad al paciente de hacer su vida de manera viable. También es cierto que mucha gente padece TDA y no lo sabe y también es cierto que se presenta en diversos grados de intensidad.

En mi caso vi con absoluta claridad que había algo que podía explicar mi fracaso constante en las cosas que emprendía: estudios sin acabar, relaciones rotas, fracaso laboral, fracaso económico constante, fracaso social, muchos emprendimientos abandonados, entre otros. Una de las cosas que más me han dicho algunas personas que me llegan a conocer y a estimar es: “tu tienes un gran potencial, sólo te falta desarrollarlo”, y para mi sorpresa es una frase que escuchan muchos de los pacientes con TDA.

Descubrir esto ha sido muy revelador para mi y claramente ha marcado un antes y un después en mi vida. Al momento de escribir estas líneas (han pasado ya 16 días desde que empecé a escribir este artículo) me encuentro aún asimilando todo esto y recalibrando todos los aspectos de mi vida.

Para cerrar este artículo quiero expresare mi alegría por haber podido abrir los ojos y darme cuenta de dónde estoy metido así como de tener la posibilidad de comprenderme mejor y también comprender mejor al mundo y a las personas que me rodean. Hasta pronto.

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