De cómo empezó este blog (parte I)
Querida lectora o lector, reconozco mi amplio período de
ausencia por estos lares. Este lugar surgió como un experimento de algo que siempre
quice hacer pero nunca me había decidido a concretar. Ocurrió hace ya varios
años en una empresa para la que trabajaba que mi jefe fue despedido –luego te
podría contar los intríngulis del caso-, y
con el mis esperanzas de ser promovido a un cargo de mayor responsabilidad, y
por supuesto mayor expectativas de desarrollo profesional. El nuevo jefe
ingresó a la compañía con ínfulas de superioridad y una actitud que pronto le
valió la antipatía de mucha gente, incluyéndome. Nunca he sido de las
personas que se dejan llevar por los dimes y diretes de pasillo; prefiero más
bien tener la experiencia directa con la gente. Sin embargo muchas veces aplica
el viejo proverbio: “cuando el río suena es porque piedras trae”; en efecto el
nuevo jefe era todo un personaje y daba mucho de qué hablar. Parecía de las
personas a las cuales no les gusta los planteamientos contrastantes al suyo, y
si alguien utilizaba su capacidad de raciocinio para discernir y elaborar una
propuesta autónoma, incluso aún si se alineaba con su planteamiento, se ponía
incómodo o hasta molesto.
Pues este personaje me tocó como nuevo jefe. Por mi parte
nunca he sido muy político y mi tendencia siempre ha sido a ser diáfano y tan
claro como sea posible a la hora de decir las cosas. Debo advertir que uno de los
mayores aprendizajes de mi vida ha sido precisamente haberme dado cuenta de la
inconveniencia de ser siempre tan explícito (o al menos intentar serlo). Creo que parte del arte de vivir
está en la comunicación y dentro de esta la habilidad de manejar la claridad y
la ambigüedad en su momento justo y con la justa intensidad. Sin ánimos de
desviarme del tema, como podrás imaginar yo no era precisamente el ejemplo de
un santo de su devoción.
Un día me llamó para decirme que el jefe de otra área
necesitaba mis servicios y me envió a trabajar para el, lo cual implicaba
trasladarme de oficina y hasta de edificio. Fui ubicado en una oficina ubicada al
fondo del pasillo menos concurrido de ese otro edificio. Esa oficina se
utilizaba eventualmente como depósito de algunos objetos; nadie la había
utilizado en el pasado inmediato. Hasta ese momento mi
asignación había sido meramente eventual, nadie me habló de cambio de cargo, de
cambio formal de departamento; supuestamente yo seguía bajo mi línea de mando original. Al cabo de mi primer
mes allí me percaté de lo inútil de mi trabajo. Hacía mi mejor esfuerzo por
hacer el trabajo, sin embargo noté que mi jefe “interino”, por así decirlo, no
reparaba un ápice en mi trabajo, en el tiempo que duré allí jamás nadie me
pidió ningún reporte, no recibí ninguna llamada ni de parte de mi jefe formal
ni del otro. Presentaba mis avances al jefe interino y este me atendía casi por
compromiso. Siempre he tenido la tendencia a proponer soluciones antes los
desafíos, por esa razón intentaba darle un toque de innovación a mi trabajo,
pero pude darme cuenta con certeza, tras dos o tres meses que estaba perdiendo
mi tiempo y literalmente había sido objeto de un despido “de facto” de mi puesto de trabajo. Debo añadir: en ese entonces
había inamovilidad laborar impuesta por el gobierno de turno.
Como comprenderás querida lectora o lector, al darme cuenta
de mi alta disponibilidad de tiempo libre para hacer lo que quisiera empecé a
buscar alternativas creativas para gastar mi tiempo, como lo haría un adolescente
al recibir alguna generosa remesa para gastarla a discreción. Me puse a navegar
por internet, leer, buscar información relacionada con la actividad comercial
de una empresa que había formado recientemente, entre otras cosas. Por esos
tiempos estreché lazos de amistad con un pasante de ingeniería que al pasar de
los años se convertiría en mi amigo. Una de las cosas que hice por ese entonces
fue iniciar este blog. Que ¿por qué se me ocurrió este nombre? Bueno, me
inspiré en un personaje “en off” del libro “La Rebelión de Lucifer” de J.J. Benítez, llamado “La
Pluma de Thot”. Le puse “Toth” en lugar de “Thot”, como originalmente figura en
dicho libro, debido a que así aparecía escrito en una monografía que leí en su
momento en relación al Dios egipcio Toth, que representaba la sabiduría, la
música, inventor de la escritura, patrón de los escribas, de las artes y las
ciencias. Como dios de la escritura fue inventor de todas las palabras y del
lenguaje articulado. Hay muchas cosas más sobre el Dios Toth, pero será tema de
una tertulia posterior.
¡Hasta el próximo café!
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