Hágase según arte



...a Mario Parker
(en ocasión del día del farmacéutico venezolano)


Una vez soñé con un lugar mítico y magistral,

donde un hombre ya entrado en años, delgado y enjuto de carnes, de gran corazón y fortuita sonrisa capaz de brillar a pesar de una malograda dentadura, preparaba un café de rebelde aroma, dejando entrever, en el rebulicio del vapor aún alegre, un reloj de pared en su intento de perpetuar una época entre dos manecillas inmóviles,



donde una rampa descendente invitaba a sumergirse en las inextricables complejidades bioquímicas y farmacológicas,



donde bandadas de estudiantes se mecían entre alborotos y silencios, colmando pisos, pasillos y escondrijos,



donde la lluvia en las tardes liberaba la elocuente mezcla de olor a tierra húmeda y plantas, empapando al tiempo la estructura de hormigón armado de aquel edificio con sus infidentes brise-soleils mostrando a tientas un universo de fórmulas y ciencia,



donde los viernes se relajaban al aire libre al lado de un pequeño pero consabido árbol,



donde moraba un bienamado caballero, con el arte maestro de caerle bien a más gente de lo que la mayoría de la gente sería capaz, llenando de alegría y color los húmedos y grises corredores del edificio, con su amplia sonrisa, ojos café y mirada transparente.



Pero luego desperté y comprendí que no había sido sólo un sueño, sino una realidad en cantidad suficiente.

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